miércoles, 28 de abril de 2010

Sonría, por favor


Estoy de acuerdo con opiniones recientes leídas por aquí que vienen a decir que cuando se está triste, no pasa nada por dejarlo estar. Pasarse el día solo. Ver la tele e irse para la cama. Esos días existen y tenemos derecho a ellos. Incluso reivindico la quincena mohína. Esas dos semanas en las que das gracias a Dios por no conocer la heroína más que de oídas porque te abandonarías a ella. En las que nada apetece y se opta por lo inercial (en general el sofá). Son justas. Y, por encima de todo lo dicho, creo en la necesidad de hacer duelos. Ante la muerte, la enfermedad, el abandono, el desempleo o el final del verano. Evitarlos con tácticas hiperactivas (hacer de todo) que nos eviten pensar en ello simplemente pospone el momento de afrontar que algo duele y requiere nuestra pena.

Ahora bien, ¿Qué pasa si la quincena mohina se prolonga? ¿Qué pasa si las ganas de hacer lo que siempre nos gustó hacer no llegan? ¿Qué pasa si no hay obligaciones mayores que nos obliguen a levantarnos y andar? Pues que el mundo se divide en dos: Los que se resignan a que estas ganas no aparezcan y en consecuencia hacen lo que les pide el cuerpo (estar triste). Y los que intentan con acciones "contra la voluntad" recuperar lo que les gustó. Para ello habrá que comenzar haciendo cosas que no apetecen, pero el premio merece la pena. Nada muy alejado de estudiar una carrera mientras los demás están de cañas, madrugar para ir al monte o verse los tres primeros capítulos de una serie de televisión sin que gusten porque mucha gente te ha dicho que más tarde lo agradecerás.

Así pues, las técnicas por aquí señaladas para llamar a esa alegría cuando llega la hora de luchar contra la tristeza me encantan: Boli cruzado en la boca (aunque quizá dos horas sea demasiado); sonrisa sin felicidad, espalda recta o caligrafía primorosa (a las que añado verse "Cantando bajo la lluvia" o "Sopa de Ganso") son lo más cercano a un libro de autoyuda para ser feliz (en el mejor sentido) que ha aparecido en este blog. Se puede estar triste y abandonarse a ello, pero con moderación. Que estar triste engancha. Y su adicción puede llevar a la depresión.

PD: A la depresión se llega o aparece de mil otras formas;
PD2: Todo esto no deja de ser mi opinión.

3 comentarios:

  1. Que la tristeza engancha yo no tengo duda (y ya es raro que no dude de algo), así que por tanto coincido plenamente en las distintas propuestas para alegrarse, seguro que la alegría también engancha.

    Brillante etiqueta la de "Autoayuda de 060".

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  2. como m'as dejao sin palabras, te lo digo iconeando
    :D

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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